martes, 31 de mayo de 2022

Cuento inspirado en los poemas

 Milagros Benito Mugnolo

Taller de expresión 1 - comisión 56.

Seguir la Luz

Inspiraciones:

"Un sueño más allá del deseo insaciable"

Magalí volvía a casa de su trabajo como empleada doméstica sentada en el colectivo. Eran las 6 de la tarde, pero era invierno y ya era prácticamente de noche. Esto siempre la ponía nostálgica a Magalí, se ponía a pensar en todos los sueños que tuvo en su juventud, antes de quedar embrazada a los 17 y que la echen de su casa. Siempre quiso ser médica, tenía la inteligencia y pasión para convertirse en una de las mejores del país, pero con un hijo que alimentar y cuentas que pagar ese sueño ya no era alcanzable. Estaba pensando en cómo sería su vida como médica cuando algo la sacó de su trance. A lo lejos vio una puerta que emanaba una luz roja tan intensa que no puedo evitar ceder ante su curiosidad, se paró de su asiento y toco el timbre del colectivo para bajarse. Llegaría un poco tarde a su casa, pero eso no le importaba porque sabía que a Diego, su hijo, lo estaban cuidando sus vecinos, que siempre quisieron hijos y nunca pudieron tener, así que lo trataban como si fuera suyo. 

Una vez que bajo del colectivo camino hacia la puerta, la luz roja era como un imán del que no podía alejarse. Magalí quería saber que había detrás de esa puerta, su instinto le decía que era algo especial, que le iba a cambiar la vida. Llegó a la puerta, estiró el brazo y rodeó la manija de la puerta sus dedos, cerró los ojos y la abrió. Pasó el umbral con los ojos todavía cerrados, cuándo los abrió se encontró en su casa anterior, estaba confundida pero no puedo estarlo por mucho tiempo ya que escucho que su mamá la llamaba. 

-¿Cómo llegué acá? -dijo Magalí en voz alta.

-Magui, ¿Cómo fue el trabajo? -le pregunto Juana, la mamá de Magalí, quién entraba a la habitación con Diego en sus brazos. La confusión se transformó en ira, arrebato a Diego de los brazos de su mamá, escupió una serie de insultos y empezó a caminar hacia la salida "de servicio", como la llamaba Juana.

-¿Qué te pasa? ¿Qué hice? ¿Pasó algo en el trabajo? Hija, dejá de correr y háblame -Magalí paró en seco al escuchar esas palabras, no podía creer lo que estaba escuchando. Después de todo el dolor que le causo, después de haberla dejado tirada en la calle como si fuese un mueble viejo le dice "hija". No, eso si que no se lo iba a permitir, porque lo que le hicieron a ella no se le hace a una hija. Se dio vuelta sobre su eje, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho y que le salía humo por las orejas. 

-¿Hija? ¡Hija!- Magalí largo una carcajada y unas lagrimas inesperadas la acompañaron. -A mi llámame por mi nombre, para vos yo soy Magalí. Me dejaste tirada en la calle por quedar embarazada, porque estaba pensando en abortar y eso no iba con los "valores de la familia".  Hiciste mi vida imposible, y ahora te haces la buena. No se ni cómo llegaste a traer a Diego acá, pero más vale que no se vuelva a repetir.- Se seco las lagrimas y se estaba por ir, pero su mamá le dijo algo que hizo imposible que saliera de la casa.

-No entiendo, tu papá y yo te bancamos con el embarazo, te conseguimos un trabajo como recepcionista en un consultorio y conseguimos que te casarás con el papá de Diego, que te iba a abandonar-  dijo Juana con lagrimas en los ojos. Esto era imposible, Magalí nunca se casaría con alguien como el papá de Diego-¿Qué son estas atrocidades de las que me acusas?- en ese momento, viendo los ojos de su madre llenos de aquella compasión que tanto quiso, lo comprendió. Había escuchado sobre casos como este, pero nunca creyó que fuese posible. Magalí había cambiado de dimensión. La puerta roja debe haber sido un portal, analizó la casa y vio que en la puerta del baño "de servicio" había luz roja. Tenía que salir de ahí. El papá de su hijo no era una buena persona, no podía estar casada con él.

-Ay, mamá- dijo llorando con todas sus fuerzas Magalí. -Perdóname, creo que algo se apodero de mí, voy al baño a lavarme la cara, teneme a Diego un segundo. -Sin darle la oportunidad de responder a su madre, le dejó a su hijo en brazos y entro al baño "de servicio" cerrando los ojos. 

Un escenario apareció bajo los pies de Magalí. Un montón de personas estaban gritando su nombre. Tenía un micrófono en su mano y un vestido de lentejuelas sobre su cuerpo. Odiaba la sensación de ser observada, así que busco la siguiente luz roja. Tenía que atravesar el mar de gente mirándola, estaba al final de la sala en la que estaba "tocando." Notó que la gente que atedio a su recital estaba confundida, se estaba poniendo ansiosa. Decidió saltar del escenario y correr hacía la puerta, llegó y cruzó cerrando los ojos nuevamente. Comprendió que cada puerta que cursase iba a llevarla a otra realidad, y eventualmente iba a encontrar la realidad en la que nunca quedo embarazada y estaba en la facultad de medicina estudiando, o mejor aún, la realidad en la que ya era médica. Cruzó de esta forma al menos 16 puertas, hasta que apareció en la facultad de medicina. Nunca sintió tanta alegría. Fue al baño más cercano que había, debía fijarse si la cicatriz de su cesárea seguía allí. Cuando llegó al baño, se levantó la remera, nada. Diego nunca había nacido. Miró en su billetera, se fijó sí su DNI decía cual era su domicilio, y la dirección en él le confirmó que ya no vivía con sus padres. Salió del baño y recorrió la facultad buscando la siguiente luz roja, estaba escondida en lo que parecía ser un deposito de la facultad para artículos de limpieza. La miró fijo. Avanzó un poco hacia la puerta, la toco para sentir con sus propias manos esa puerta. La que jamás cruzaría.

-Estoy en casa. – se susurró a sí misma antes de alejarse de esa puerta. Ese imán del que no podía alejarse perdió su fuerza, la que Magalí ganó ese día tomando control de su vida. 


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